Dios es generoso. Esto lo podemos comprobar en el Evangelio de este domingo que relata la pesca milagrosa. Después de que Simón Pedro había estado pescando toda la noche sin tener suerte, él y su amigo “pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían” (Lucas 5, 6). Inclusive tuvieron que pedir la ayuda de Santiago y Juan que estaban en otra barca: ellos “vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían” (5, 7). Esta pesca milagrosa sucedió porque Simón hizo lo que Jesús le dijo.
Ser generoso puede tener sus riesgos. En ocasiones tenemos miedo de dar demasiado y no tener lo suficiente para satisfacer nuestras propias necesidades. Quizá alguien se aprovechó de nosotros en el pasado y nos preocupa que esto vuelva a repetirse. Quizá nosotros mismos sentimos que necesitamos ayuda, o simplemente somos algo egoístas.
Dios nos invita a ser generosos. Jesús nos dice que amemos a los demás como Dios nos ama: de manera generosa. Él desea que pongamos nuestra confianza en Dios, en lugar de confiar en las cosas y los valores de este mundo. Tu generosidad para con los niños que están a tu cuidado les hace ver la generosidad de nuestro Dios.
OREMOS: Dios bueno y misericordioso, gracias por tu generosidad. Ayúdanos a seguir y confiar en tus mandamientos. Ayúdanos a ser generosos con nuestros pensamientos, palabras y acciones. Ayúdanos cuando sintamos la tentación de ser egoístas. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Traducción: Erika De Urquidi
Imagen: iStock.com/ArtMarie
Gracias por hacernos llegar este comentario del evangelio de hoy sobre la generosidad! Y poner nuestra confianza en Dios que es Fiel!
¡Así es! Sigamos amando a los demás como él nos ama.